Llevabas una vida modélica. Una familia que te quería, una novia adorable, una carrera universitaria a punto de terminar, un trabajo como camarero que te servía de pequeña ayuda económica e infinidad de hobbies como pescar, pasear por el campo, hacer espeleología... Y fue precisamente la espeleología, lo que arruinó tu vida, Robert. Nunca se te habría ocurrido pensar que aquel viaje con John y Erik a las cuevas de Lost Springs, al norte de Arkansas, sería determinante para el resto de tu existencia. Habíais ido más veces, os encantaba ese sitio y lo conocíais bien. Como siempre, John llevaba su cámara y como si fuera un paparazzi no paraba de tirar fotos mientras os introducíais en el interior de la cueva. Había sitios muy guapos, con más y menos luz, amplios y estrechos, bellos, graciosos y tétricos, que John iba documentando mientras posabais. Y cuando volvisteis a casa empezó a subir fotos al Facebook.
A los pocos días, Jennifer, tu novia desde hacía dos años, dejó un mensaje en tu perfil diciendo que habíais terminado. Concretamente comentó una de las fotos de la cueva de Lost Springs en la que John te había etiquetado, calificándola de "repugnante" y diciendo que "se te veía muy feliz para tener eso al lado". No entendías nada.
Y menos cuando tus padres, muy serios, se sentaron en el salón y con gesto de preocupación te preguntaron si eras gay. Que sabrían entenderlo, que te apoyarían, pero que se sentían traicionados. Engañados después de tanto tiempo.
Totalmente desconcertado, intentaste refugiarte en el trabajo. Pero al llegar al bar en el que servías mesas, tu jefe te llamó para tener una "pequeña conversación". Tus veinte horas semanales quedaban reducidas a "dos o tres horitas de apoyo" los miércoles.
Hundido, fuiste al campus para buscar a algún compañero con el que hablar. Querías desahogarte y liberar tu frustración, pero solo encontraste mofas y burlas. "El tío de la polla de piedra enorme" cuchicheaban a tu alrededor mientras te señalaban y se reían. Querías huir de allí y mientras corrías, pudiste reconocer a uno de tus profesores que, con gesto de reprobación, explicaba a otro compañero lo decepcionado que estaba con el alumno conocido como "El tío de la polla de piedra enorme". Así es Robert, "El tío de la polla de piedra enorme". Ese eras tú. Y tu vida se ha convertido en un puto infierno desde que el puto John etiquetó en Facebook tu fotito de las cuevas de Arkansas.
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