jueves, 26 de febrero de 2009

021# El hombre de la tienda de neumáticos

Vaya, parecía que iba a ser un día tranquilo, pero hubo tantos clientes que se pasó el día vendiendo neumáticos. Sin embargo no era normal lo que estaba ocurriendo justo ahora que se iba a casa. Sólo había apagado las luces cuando entró aquel tipo alto con gabardina y sombrero como si de un circo de empleados de oficina de funcionarios hubiera salido. Lo curioso es que tenía una pierna humana en su mano derecha. Nunca antes había entrado un cliente con una pierna humana en su mano derecha.

-Perdone -le dijo volviendo a encender las luces-, ¿quiere algo?, estaba cerrando.
-No, no quería nada sólo quería hablarle de esta pierna humana de mi mano derecha.
-Ah, ya me había fijado en ella, ¿le pasa algo?
-No, nada especial, es que no podía cargar con todo el cadáver.
-Entiendo... ¿Y cómo era el cadáver?
-Exquisito. Muy rico. No estaba nada mal su sabor. Pero yo quería hablarle de la pierna humana que tengo en mi mano derecha.

El vendedor de neumáticos cogió un trapo para limpiarse las manos un poco y se acercó al individuo con la pierna humana. La observó un rato y dijo:

-Pues parece una bonita pierna.
-Sí, lo parece, me consta, pero...

Aquel tipo parecía un tipo tímido, se había sonrojado cuando recibió ese piropo a la pierna humana que portaba en su mano derecha.

-Verá, no quiero parecer grosero, pero tengo que cerrar. No se si esto es una broma o si se ha metido en un lío. Yo no quiero problemas.
-Perdón, déjeme hablarle de la pierna humana que llevo en mi mano derecha. Usted ha dicho que era bonita y...
-Si, bueno, es bonita. Pero ya está. Para qué quiero yo una pierna mutilada de mujer. Entiéndalo, estoy cansado y no tengo ganas de juegos.
-Ya, pero esta es la dirección que me dieron –dijo el tipo de la gabardina algo nervioso-, la tienda de neumáticos de la Calle Rosario.

El hombre de la tienda de neumáticos encendió un cigarro y con un gesto le dijo al tipo de la gabardina que esperase. Recogió sus cosas y apagó las luces de nuevo. Ambos fueron al exterior de la tienda y mientras echaba el cierre, el vendedor dijo:

-Esta es la Calle Rosario, pero hay otra tienda de neumáticos un poco más arriba. Ahora, si me haces el favor, guárdate un poco esa pierna, y si quieres te acerco a la tienda de Amadeo.
-Gracias, es muy amable. Disculpe las molestias, pero me dijeron que viniese a la hora del cierre y pensaba que esta era la única tienda de neumáticos de la calle.

Los dos montaron en el coche del vendedor de neumáticos y se dirigieron calle arriba hasta la otra tienda. Ambos parecían tranquilos, y cuando llegaron, el tipo de la gabardina bajó del automóvil y le dijo al vendedor:

-Muchas gracias, ¿no va a venir conmigo?
-Ya le he dicho que no quiero problemas. No le contaré a nadie lo de la pierna. Creo que ya he hecho demasiado por usted.
-Venga hombre, no sea soso. Acompáñeme.
-No se si a Amadeo le hará mucha gracia que a la hora del cierre entren en su tienda un tío con una pierna humana en su mano derecha y un vendedor de neumáticos de la competencia...
-Hágame caso, lo pasaremos bien. Venga conmigo.

El hombre de la tienda de neumáticos bajó del coche, y con cara de extrañeza acompañó al tipo de la gabardina hasta la tienda de Amadeo. Cuando llegaron a la puerta, observaron que el cierre estaba parcialmente echado, pero podían ver una luz en el interior. El tipo de la gabardina golpeó el cristal de la puerta con la pierna humana que llevaba en su mano derecha. Tras unos segundos, llegó hasta la puerta un hombre alto y de anchas espaldas que les abrió y les invitó a entrar.

-Hola, quería hablarle de esta pierna humana de mi mano derecha –dijo el tipo de la gabardina a modo de saludo-.

El hombre de la espalda ancha hizo un gesto de aprobación con la cabeza y les llevó a la trastienda. De allí salía la luz que se observaba desde el exterior. En la trastienda, un pequeño despacho desordenado lleno de papeles y bolígrafos, esperaba sentado en una silla de ruedas un hombre de unos sesenta años, de pelo cano y con poblado bigote blanquecino.

-Disculpen que no me levante –dijo el hombre canoso mientras se señalaba las piernas-, espero que me comprendan.
-Hola Amadeo, no sabía nada de esto –contestó el vendedor de neumáticos después de observar que al hombre canoso le faltaba una pierna-, lo siento. Hace tiempo que no nos vemos.
-Vaya faena –agregó el tipo de la gabardina-. Pero bueno, yo quería hablarle de esta pierna humana de mi mano derecha.

Amadeo ignoró al vendedor de neumáticos y con una seña, ordenó al hombre de la espalda ancha que se lo llevase de allí. Ambos salieron de la trastienda y se dirigieron a la puerta de entrada.

-Así que quieres hablarme de la pierna humana que llevas en tu mano derecha.
-Si. Es bonita, ¿verdad?
-Si, muy bonita. Pero es de mujer. Y creo que en mi encargo dejé claro que la pierna que quería era de hombre.

El hombre de la espalda ancha entró de nuevo en la trastienda. Lentamente, abrió uno de los muebles del despacho y sacó un tablón grueso y alargado.

-También dejé claro que la pierna debería venir dentro de una nevera con hielos –añadió Amadeo cambiando el gesto-. ¡Y tú me has traído una pierna de mujer que ya está empezando a descomponerse y a oler a puta mierda! Algo habrá que hacer, ¿no?


Cuando recuperó la consciencia, el tipo de la gabardina se llevó la mano a la nuca. Le habían dado un buen golpe. El sol le molestaba en los ojos. Miró a su alrededor y vio su sombrero. Estaba en un descampado. Intentó levantarse, pero no podía. Le faltaba una pierna.

-Es lo que tienen los negocios. A veces salen bien y a veces no –pensó con una ligera sonrisa-.

DANIEL L.-SERRANO / EL KOPROFAGO

Esta fue mi participación en la continuación de un relato propuesto por el blog Noticias de un espía en el bar. En el blog se proponía el inicio del texto, que va desde el comienzo hasta “...cuando recibió ese piropo a la pierna humana que portaba en su mano derecha.” De esto hace ya un par de años...

3 comentarios:

Inmarteee dijo...

Es un relato muy bueno. Llevo tiempo queriendo retomar mi antigua afición de escribir, pero, pese a que tengo verios relatos empezados, no me sale nada. Es desesperante, pero lo conseguiré.

eL KoProFagO dijo...

Hola moza. A mi también me cuesta mucho ponrme a escribir algo, más que nada por falta de tiempo. Los relatos que estoy colgando tienen dos años o más... Pero bueno, algo nuevo caerá.

Canichu, el espía del bar dijo...

Te hago publicidad en mi blog y presento tanto este post, como los otros tres finales alternativos que mandaron otros lectores en su día. Un saludo.